martes, 10 de mayo de 2011


Hace unos días que me miro en el espejo, y ¿sabes? No veo nada.

Me enfrento a él una vez más, nada.

Al despertarme, al llegar de compras, después de leer, antes de dormir y nada.
Me miro en pijama, en pantalón y falda, con ese vestido que tú me regalaste, desnuda, y nada.

No veo nada digno de observar, ni una cara bonita, ni un cuerpo de venus que quite la respiración, no hay en el reflejo una tez dorada, ni una larga y rubia melena que el viento desee mecer, me miro en el espejo y nada.

Y lo peor no es encontrarme cada día con el espejo y no ver nada, lo peor es lo que me digo al no ver más que una andrógina imagen, en la que ni yo misma me reconozco, lo peor es preguntarme, qué le ata todavía a mí, qué ves él que yo no soy capaz de ver, lo peor es apartar la mirada de esa inalterable estampa, lo peor es consolarme pensando que quizá mañana, cuando vuelva a asomarme a ese sincero trozo de cristal, vuelva a encontrar allí a la que antes veía, pero ese mañana nunca llega.



Hace unos días que la miro en el espejo, y ¿sabes? Lo veo todo.

Me enfrento a él una vez más, todo.

Cuando se despierta, cuando llega de compras, cuando aparta el libro al terminar de leer, antes de dormir, todo.

La miro en pijama, en pantalón y falda, con el vestido que le regale, desnuda, y todo.

Que indignos mis ojos que la observan, en su cara, su profunda mirada, y esa dulce sonrisa que tiene dibujada, su esbelto torso, sus pechos que encajan a la perfección con mis manos, su blanca y pura tez, perfecto contraste para sus cabellos oscuros, que ni el viento se digna a tocar, la miro en el espejo y todo.

Y lo peor no es encontrarla cada día en el espejo y verlo todo, lo peor es lo que me digo al ver más allá de aquel perfecto retrato, lo peor es preguntarme, que le ata todavía a mí, qué ve ella en mí que yo no soy capaz de ver, lo peor es no ser capaz de quitar la vista de su reflejo, lo peor es la adicción que me crea su imagen, y el pensar en el mañana, cuando vuelva a estar frente a ese sincero trozo de cristal, cuando la encuentre allí, y hay veces que parece que ese mañana nunca llega
.

Porque siempre hay dos maneras distintas de mirar un mismo reflejo.

2 comentarios:

  1. la verdad es que me recuerda mucho a "El Horla" de Maupassant. muy bueno, me encanta como trabajas la estetica del relato y lo expresivo de la descripción... te mantienes en alza todo el texto.
    la inspiración de este relato de donde vino, por curiosidad?
    un beso!

    ResponderEliminar