lunes, 14 de septiembre de 2009

Soñar con los pies








La sala estaba vacía y las paredes de espejo no reflejaban ninguna luz.

Era de noche y ya no había nadie solo ella y yo.

Hacía tiempo que no lo hacia y no sabía como sería después de tanto tiempo.

Primero olí su perfume, unas notas musicales suaves y leves, comenzó a acercarse y mi corazón latía cada vez con más rapidez, me envolvió con sus brazos, un manto de notas musicales que invadían mi cabeza.

Perdí el control, mi cuerpo se balanceaba de un lado al otro al son de sus movimientos, marcados.

Me miraba en los espejos y me encantaba lo que veía, ella y yo solas disfrutando la una de la otra y compartiendo nuestro cuerpo, nuestra fuerza, nuestra melodía.

Nadie más sabia de nuestro arte, nadie nos miraba, incluso la gente que mejor me conocía no tenía idea de lo que juntas éramos capaces de hacer.

No necesitábamos un folio para plasmar nuestros sentimientos, pensamientos, emociones, solo nos necesitábamos la una a la otra.

Yo, pluma ligera que dibujaba sobre ella, inspiración divina.

Dejarse llevar por el instinto, en aquella sala antes fría, vacía y llena de espejos, que tu y yo habíamos transformado en un lugar lleno de luz y calor, en el que mirases hacía donde mirases tu y yo irradiábamos magia.

Poco a poco te fuiste apagando.

La sala estaba vacía y las paredes de espejo no reflejaban ninguna luz.

Era de noche y ya solo estaba yo.

La sala de baile se quedó fría de nuevo, ella ya no estaba, sus compases ya no sonaban, se había ido, y yo, descubrí que aquello era como montar en bicicleta, nunca se olvidaba, solo tenía que dejarme envolver por ella, la música.

Abrí los ojos, no me había dado cuenta ni siquiera de que los tenia cerrados, y es que, bailar es soñar con los pies.

lunes, 23 de marzo de 2009

Aprendizaje


En la vida nunca dejamos de aprender, solo cambia el lugar en el que lo hacemos.


Complicados los seres vivos, complicado el ser humano, al principio de nuestra existencia todo es natural, impulsos, respuestas a estímulos y células que se dividen sin parar, a medida que crecemos nos hacemos seres racionales y el asunto empieza a complicarse, ya no sirven los impulsos, las respuestas a los estímulos y aunque las células siguen dividiéndose sin parar lo más importante ya esta creado, hasta llegar a los últimos años de nuestra existencia en donde perdemos parte de esa racionalidad lograda a lo largo de nuestra vida y volvemos a los impulsos, las respuestas a estímulos, pero esta vez nuestras células no funcionan como antes.


Todo empieza así dos células unidas en aquel húmedo lugar, que por caprichos del destino se unen y empiezan a dividirse dando lugar a muchas más células como ellas que con el tiempo evolucionaran de manera diferente y darán lugar a un pequeño pero sensible ser que se mueve dentro de otro, y que siente igual que él.
Tras nueve meses de crecimiento, protección y calor humano, nunca mejor dicho, comienza una incansable jornada, pues la vida son dos días, de aprendizaje.


Lo primero que aprendemos es tristemente a llorar, después de esto los primeros años de nuestra vida son equiparables a una intensa jornada escolar, aprendemos a hablar, curiosidades de la vida, la primera persona que reconocemos es a nuestra madre y la primera palabra que decimos es papa, puede que esas dos células primeras de las que surge toda vida se peleen en nuestro interior para darse más importancia pero en el fondo lo que consiguen es demostrar que una persona sola no puede generar vida, que sabia es la naturaleza, aprendemos a caminar , lo que marca el inicio de las numerosas caídas que toda persona tendrá a lo largo de su vida y todas las veces que se volverá a levantar, pero ¿quién nos iba a decir en esos primeros pasos que las caídas más dolorosas no iban a ser aquellas que dejasen huellas físicas?, aprendemos a leer, aprendemos a sumar, restar, multiplicar, y todos esos procedimientos matemáticos que pensamos que nunca utilizaremos y tarde o temprano todos usamos, aprendemos lo que está bien, lo que está mal, en resumen en estos primeros años aprendemos todo aquello que pondremos en práctica el resto de nuestra vida.


Llega la tan temida por todos los padres adolescencia, donde esa racionalidad que poco a poco estábamos desarrollando desaparece por completo y nos convertimos en unos seres completamente irracionales que aprenden lo que son los sentimientos, descubrimos la tristeza más profunda que nos lleva a las lagrimas más densas, sin razón alguna, aprendemos lo que es la envidia, la ira, la pereza y el “nadie me entiende”, pero aprendemos también lo que es el amor, ese sentimiento que nos hace parecer idiotas en todo momento y que cuando es verdadero se convierte en la base de nuestra existencia, y con el amor llega también y el desamor, pues ya se sabe que del amor al odio hay un paso.
Y ¿cuando se termina esta etapa?, eso nadie lo sabe, incluso puede que no se termine nunca, porque por muy terrible que nos parezca, en el fondo todos sabemos que son los mejores año de la vida.


Y llega la madurez donde aprendemos entonces que todo lo aprendido sirve para algo y nos acercamos a personas de las cuales no dejaremos de aprender nunca, e indirectamente otros aprenden de nosotros, hasta que llegue el momento en el cual, esta vez ya directamente, tengamos que enseñar a otras personitas que les toca empezar, con impulsos, respuestas a estímulos y células que se dividen sin parar, y nos toca empezar a aprender a enseñar a esas personitas que comienzan sus andanzas.


Comienza el principio del final y es el momento en el que aprendemos a olvidar todo lo aprendido y volvemos a los impulsos, las respuestas a estímulos, volvemos a ese estado inicial del que partimos y desde el que hicimos partir a nuestros propios hijos a los cuales enseñamos y de los cuales aprendimos. Y una vez llegado este estado no hay vuelta atrás, solo un caminar que sabe Dios a donde nos llevará. Solo estoy segura de que el destino de ese camino no llevará a la finalización de nuestro aprendizaje, pues sea donde sea siempre estamos aprendiendo, pues…en la vida nunca dejamos de aprender, solo cambia el lugar en el que lo hacemos.

domingo, 8 de marzo de 2009


Quizá fue un momento normal, cualquier persona que lo hubiese visto no habría descubierto otra cosa, mas que dos adolescentes mirándose a los ojos, yo, sin embargo, en esos ojos encontré algo mas... ¿q es el amor sino eso?

Aquellos ojos no tenían fin, allí, en ellos, me encontré yo, te encontré a ti, encontré todo aquello que querías decir y no sabias como, encontré un rincón donde perderme, un mundo paralelo al mió que no dejaba de sorprenderme, tu mundo.
Podía huir de mis problemas en aquellos ojos, podía esconderme, sentirme segura y estaba convencida de que moriría allí, en tu mirada, sabiendo así todo lo que me estarías diciendo si las palabras no resbalaran y se convirtieran en un sinsentido, estando así segura, de que mi vida significo algo, de que yo signifiqué algo para alguien y que ese alguien, tu, hiciste de mi vida el mas increíble de los cuentos...

jueves, 5 de marzo de 2009

La primera vez

Despues de las muchas veces que me dijste que entrara lo hice.
No me quedaban razones ya para no hacerlo.
Era el momento idoneo, no tenia examenes, una pequeña parte de mi tiempo estaba libre,cosa que normalmente no solia pasar y decidi aprovechar el momento, me sentia inspirada y con ganas de hacerlo,no quedaban ya motivos para posponerlo mas.
Me decidi a entrar en la habitacion, todo estaba oscuro,pense en encender la luz, pero quizá sería mejor así.
Lentamente, me dispuse a encenderlo.
Todo aquello era complicado apesar de lo facil que lo habias pintado todo, pero ya no habia vuelta atras; seguramente sería más fácil seguir adelante que echarse atras en aquel momento.
Pense que no se iba a terminar nunca pero por fin recibi la señal, todo había terminado y me encontré satisfecha conmigo misma, al fin y al cabo, no habia sido tan terrible.
Poco tiempo despues vino al mundo El Moulin.
Toda una experiencia la creacion de este blog.

Dedicado al creador del fumoir, mecenas de una servidora.