domingo, 3 de abril de 2011

Sombrero de copa


- Ya iba siendo hora – dijo examinándome cuando entre en el salón.

Yo no pude más que quitarme el sombrero de copa y los guantes, colocarlos en la mesita que estaba próxima a la puerta y empezó a hablar.

- Realmente querida, ¿crees necesario llevar esos sombreros?, sinceramente lo considero una provocación, la sociedad, aún no está preparada para mujeres como tu ¿no puedes llevar un tocado, o pamelas como todas las señoritas?-

Estaba más que cansada de todas sus reprimendas, de que quisiera cambiar el modo que yo tenía de ser, los escotes no eran nunca suficientemente altos, ni las faldas lo suficientemente bajas, el sombrero de copa en una dama era provocador para la sociedad, y mi manera de quitarme los guantes dejaba poco a la imaginación…

Solo pude echarme a reír.

- Querido, ¿no puedes dejar esas nimiedades a un lado y disfrutar de mí?, son muchos los hombres que me desean, deberías de sentirte afortunado de tener una mujer como yo a tu lado – tras decir eso le sonreí.

- Hasta tu manera de sonreír es provocadora- me agarró por la cintura y me pegó a su cuerpo.

Me besó, como siempre, me besó como nunca, no sé cómo lo hacía pero conseguía que mis vestidos se cayeran “solos”.

Estaba acostumbrado a la ausencia del corsé, aunque en su momento también le había costado bastante asumir que por mucho que me lo sugiriera no iba a usarlo.

Así que allí estábamos, en el salón, rodeados de imágenes de antepasados que nos miraban con reprobación, poco nos importaba, la verdad es que cuando estábamos solos, nada nos importaba, un extraño silencio nos rodeaba, pero es que, no hay conversación más interesante que la de dos amantes que se miran en silencio, y entonces fue cuando lo dijo.

- Ponte el sombrero de copa -

Y creo que fue una de las pocas veces que hice caso a una de sus sugerencias, quizá, por el modo de decirlo.

Me acerqué a la mesita donde estaban el sombrero y los guantes, lo cogí y me lo vestí. Zapatos de tacón, medias, liguero y…sombrero de copa.

Me miró y añadió:

- No sé a dónde vamos … –

Lo dijo mirándome, tan serio, tan frio, que yo también me quedé helada, lo dijo como si después de tanto tiempo se estuviera planteando lo que había entre nosotros, y se me hizo un nudo en la garganta. Se hizo un silencio, volvió a acercase.

- Lo único que sé es que voy contigo -

Volvió a besarme.

Y las palabras se perdieron en el aire, todo se perdió en el aire, todo menos el sombrero de copa.

2 comentarios:

  1. tia son muy bonitos!cada vez mas

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  2. Creo que esto es una reminiscencia grandiosa de la sensualidad de nuestra "novela" jajajaja

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